miércoles, 8 de julio de 2009

Leyes de la Percepciòn - 6

















Los movimientos aparentes pueden estudiarse en distintas condiciones. Presionando ligeramente con un dedo el globo ocular, los objetos parecen moverse en el campo visual. Observando durante un rato un objeto en movimiento continuo y mirando después a la pared, la imagen remanente se percibe moviéndose en dirección opuesta (al cerrar los ojos, llantas de un auto en movimiento), si un punto luminoso en posición fija aparece en la habitación oscura, parece moverse (efecto autokinético). Si exponemos rápidamente una figura de determinado tamaño e inmediatamente una copia más grande o más pequeña nos parecerá que la figura se agranda o se empequeñece respectivamente. Aquí el movimiento es producto de las relaciones entre los estímulos sobre la base de un cambio. Vemos, pues, que la realidad, un movimiento verdadero y la ilusión de un movimiento aparente, pueden producir los mismos efectos; sin embargo, en estos casos la ilusión no es un producto de nuestra imaginación sino de la estructura de los órganos de los sentidos.

La percepción no parece ser una respuesta a estímulos aislados, sino que las relaciones se establecen por los procesos activos de los movimientos oculares, percibiéndose el total en su organización. La percepción es un proceso dinámico, relacionada con dos propiedades básicas de la visión: el movimiento que hace saltar los ojos de un objeto a otro y el de seguir a éstos cuando se mueven. Normalmente el movimiento es progresivo, pero las personas que no leen con soltura efectúan movimientos regresivos, como demuestra el aparato que registra los movimientos oculares. Esas personas leen una y otra vez la misma palabra, "tartamudean" con los ojos. Los tartamudos presentan un fenómeno semejante en la voz. La percepción al leer se parece al proceso de aprendizaje abarcando un amplio número de unidades perceptibles hasta que el lector deja de deletrear y capta la palabra entera y, finalmente, varias a la vez. El proceso se desarrolla por percepción más y más rápida de lo esencial relacionada con la coordinación binocular y con los movimientos rítmicos, y regulares del ojo, no constituyendo una adición de elementos, como en el deletreo, sino una fusión de grupos (ésta es la base en que se sustentan los programas de aprendizaje de “Lectura Veloz” ).

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